jueves, 10 de junio de 2010

UN POEMA / Puri Martins








YO TAMBIÉN TENGO UN ARMA

No he de usar palabras agresivas para nombraros
Ni utilizar la indiferencia como coraza al desconsuelo;
hemos cargado de tinta miles de escritos…
¿Hasta cuándo será más cómodo reposar la espalda sobre un lecho de pestañas cerradas?
Tengo en mis manos una pluma vieja
que no por gastada será menos efectiva.
He visto teñirse el mar ante mis ojos…
¡! Cuanta sed de sangre oh Israel…cuanta soberbia !¡
¿En nombre de quién alzáis vuestra venganza?
Otra noche de cuchillos largos…hoy con balas
amenaza la cíclica historia de una humanidad
cansada de sufrir odio, rencor y rabia.
Resecas tus arterias exiges la sangre de tu hermano
y le condenas...
pero no olvides ¡Oh Israel!
que yo también tengo un arma,
seca a veces de derramar por impotencia tantas lágrimas,
una pluma vieja y cansada que te ofrezco
para que escribas tu historia sin olvidar ¡Oh Israel!
que detrás de la alambrada o sobre aquel muelle de Gaza
mirando al horizonte sin perder jamás la esperanza
están los ojos que dibujarán tu futuro.
No lo olvides Israel…yo también tengo un arma…LA PALABRA.

2 SOLIDARI@S:

Prudencio Hernández Jr. dijo...

Las palabras llevan en su ser..la justicia..las armas dentro de si la muerte y desolación.
Usemos la palabra como arma no para herir...bastante herido esta el mundo que habitamos por poco tiempo...usemos palabras de solidaridad..de fe..de sentimientos..de amor y de justicia..para que los hombres seamos iguales...no bajo el poder del mas poderoso..sino en el de la razón y la justicia.
Usemos LA PALABRA querida compañera..hasta el fin..para sentirnos que estamos en un mundo mejor.

Anónimo dijo...

"No he aprendido a sufrir, toda severidad es inhumana"
Juan Carlos Mestre

Luz de un quinquet
9 pintas, 29 latidos, Gillespie,
madrugada, ganas de hablar.
La generación del 77 íbamos a cambiar el mundo en el fututo
pero los electrodomésticos siguen funcionando en el 2007,
como siempre…
Me pregunto:
Por qué un intermitente puede llevarme a la lágrima, de vasta emoción, por qué siento que me responde, cuando se ilumina su automática luz naranja, y que no estoy solo, que somos dos, objetos comunicándose, que la máquina pretende mi atención, sabiendo antes de que se ilumine sin embargo apenas un segundo antes que así será…
No lo entiendo:
Por qué ladra el borracho a los coches que pasan a su lado.
Es de noche.
Hace frío.
Mientras, la gente ahí afuera insiste, empujando sus pesadas rocas, hacia la pirámide.
En las paredes de mi casa se pudre la luz de ayer por la mañana.
Y yo sigo de pie junto a la ventana, sin tomar ninguna decisión.
Podría quedarme a vivir dentro de esta canción.
A night in Tunisia.
Pienso que:
La oportunidad debe ir acompañada de destreza…
Todos los muebles de casa me observan con rostro de preocupación.
No quiero pensar,
para no atraer su atención, con el ruido de mi cabeza.
Un automóvil ha atropellado al borracho, se apagó el ruido y la furia.
Está muerto, pero no siento lástima.
Tampoco sé qué significa eso realmente, si es salvaje, inhumano o inmoral,
pero es cierto.
Y mientras, la gente ahí afuera no deja de insistir, empujando sus rocas.
Me pregunto:
Debe haber algún motivo por el que todo haya adquirido esta forma,
esta forma de costumbre, en que amanece como una herida sin importancia.
Ya no recuerdo qué clase de paciencia me trajo a este lugar...

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